Dejando un legado de compasión
- Dawn Calvinisti

- 31 jul
- 2 Min. de lectura
Como madre, uno de mis mayores deseos es dejar un legado - no solo de fe, sino de acción. Viviendo en Guatemala, mi familia e yo hemos tenido el increíble privilegio de ser testigos de las necesidades de nuestras comunidades, y también de ser parte de la solución. Este es un legado que quiero que mis hijos, nietos y las futuras generaciones perpetúen.

Cuando llegamos a Guatemala hace seis años, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos nos ayudó a traer vehículos y equipos de emergencia donados - una oportunidad increíble que nos permitió bendecir a comunidades enteras con recursos vitales. Fue profundamente gratificante ver un cambio tangible y ser parte de algo más grande que nosotros mismos. Pero incluso en medio de esa buena labor, anhelábamos algo más - un equipo que no solo sirviera unido, sino que soñara, orara y viviera la fe juntos.

Por eso, ser parte de Esperanza Integral ha sido tan significativo para nosotros. Es un equipo que refleja el corazón de la familia de Dios - apoyándose mutuamente, com-partiendo la carga, celebrando las victorias y persiguiendo grandes sueños con valentía y unidad. No se trata solo de proyectos o programas - sino de personas. Y se trata de vivir el evangelio codo a codo.
En el libro de los Hechos, vemos cómo la iglesia primitiva cobraba vida - no solo con palabras, sino con hechos. Los creyentes compartían lo que tenían, se preocupaban por las necesidades de los demás y vivían el mensaje de Jesús de maneras tangibles y poderosas. Ese ejemplo me motiva. No se trata solo de predicar el Evangelio, sino de convertirse en una parte del Evangelio.
Es tan fácil acomodarse a la comodidad - especialmente en un mundo que nos dice que el éxito se encuentra en la facilidad y la seguridad. Pero el Evangelio nos llama a más. Ya sea que seamos llamados a un país extranjero o ir con nuestro vecino de al lado, Dios nos pide a cada uno que salgamos de nuestra zona de confort y nos convirtamos en SUS manos y pies.
Mi esperanza es que mis hijos crezcan sabiendo que una vida con propósito no siempre es fácil, pero siempre vale la pena. Y que servir a los demás - cerca o lejos - no solo es algo bueno, es algo de Dios.







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